• En el Día Internacional del Agua, el Dr. Javier Quispe participó en conversatorio donde se abordó la falta del recurso en localidades cordilleranas y caletas de la región de Antofagasta.

Maritza Fernández es una vecina de caleta Errázuriz, ubicada frente a la Isla Santa María, en la península de Mejillones, donde vive con cerca de 50 pobladores. Desde hace casi 10 años ella y sus vecinos se abastecen de agua de forma particular, debiendo pagar los servicios de un camión aljibe, el cual les llena tanques y vasijas al menos dos veces al mes.

“Tenemos que juntar dinero para los servicios de un camión de 10 mil litros, porque por menos no vienen. Ha sido difícil llevar esto, ha sido una lucha constante y un recorrido de mucha gestión”, cuenta.

La escasez hídrica que afecta a caletas y principalmente poblados cordilleranos (donde son agricultores y no llega el agua desalada) fue abordada en un conversatorio realizado por el Gobierno Regional de Antofagasta y que tuvo como invitado al Dr. Javier Quispe, académico del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad Católica del Norte (UCN).

“La región ha ido experimentando en los últimos años una baja considerable en la disponibilidad de las fuentes de agua, que son las superficiales de río y las fuentes subterráneas, debido al cambio climático con lluvias ya no recurrentes, lo que no permite recargar los acuíferos. Por ende, las comunidades del interior de la región no tienen la suficiente cantidad de agua para satisfacer sus necesidades básicas, tanto de uso humano como potencialmente para uso agrícola”, explica.

AGUAS RESIDUALES

Sobre este problema, Quispe cuenta que son varios los países que dentro de su matriz principal de abastecimiento hídrico cuentan con cantidades de viejas aguas residuales que fueron tratadas, incluso para ser potables.

“La gente se sorprendería al saber que la tecnología desarrollada hasta el momento convierte el agua residual en potable. Es más, hay países que ya lo tienen implementado como Singapur y Australia; mientras que en Estados Unidos en estados como Texas y California parte de la matriz del agua potable proviene de una fuente reciclada de aguas servidas”.

Asimismo, explicó que “para ello se requiere de un tratamiento terciario avanzado que elimine los patógenos en un 100% y otro tipo de contaminantes que son los emergentes, que son los fármacos que nosotros consumimos como seres humanos. Creo que el principal tema con este proceso es la percepción de las personas, pero la tecnología está disponible”, asegura.

CEITSAZA

La Universidad Católica del Norte cuenta con el Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto (Ceitsaza), el cual ha colaborado en el desarrollo de tecnologías para que las pequeñas comunidades puedan reciclar y reutilizar sus aguas.

La directora del centro, Karem Gallardo, explica que “como las aguas son escasas en zonas rurales, sobre todo en el altiplano, la clave es su reutilización. Por ejemplo, las aguas grises pueden ser reutilizadas para riego y con el soporte técnico del centro de investigación se puede llegar a una mejor calidad del recurso hídrico”.

Agrega que los principales factores en el tratamiento pasan por eliminar la cantidad de minerales del líquido, lo cual están mucho más presente en las aguas de la zona cordillerana. “Las aguas de la zona altiplánica tienen un alto contenido de arsénico, que es difícil de remover, se logra, pero es difícil. El centro ha trabajado con reutilización de agua, obteniendo buenos resultados. El tema es el financiamiento y, por parte de nosotros, buscar tecnologías al alcance de las comunidades; por eso trabajamos con investigadores expertos en el tema”, finalizó.

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